No existe una sola civilización que haya elevado los ojos al cielo estrellado y no haya pensando en la posibilidad de la existencia de otros mundos y otras formas de vida. La sociabilización es una característica intrínseca del ser humano y saber si estamos solos en el Universo nos es una imperiosa necesidad. Hoy vamos a hablar sobre cómo se afronta desde la ciencia la búsqueda de vecinos espaciales. Empecemos.
Lo primero que se necesita saber para afrontar cualquier búsqueda es qué hay que buscar. Por tanto, la primera pregunta que nos tenemos que hacer es: ¿qué es la vida? Todos tenemos una vaga idea intuitiva de lo que es un ser vivo y lo que no. También podemos recordar las clases de biología en el colegio donde nos decían que los seres vivos nacen, crecen, se relacionan, se reproducen y mueren. Pero dar una buena definición universal de lo que es la vida es algo muy complejo. Tanto que, a día de hoy, no existe ninguna que satisfaga a la comunidad científica en general. Podemos definir la vida como un conjunto de propiedades que por separado pueden darse en otros sistemas pero si se encuentran todas a la vez, entonces es vida. El problema es que esa lista de características sería muy larga. Si sólo tomamos unas pocas, podría pasar, por ejemplo, que escojamos el metabolismo, la autorganzación y la reproducción. Son cualidades que tienen los cristales y sabemos que éstos no son seres vivos. Otra opción sería suponer que hay una cualidad esencial que define de forma inequívoca que el sistema que lo presenta es un ser vivo. Por ejemplo, la inteligencia. Pero esta nos dejaría fuera a bacterias y virus, por ejemplo. Tampoco esta forma de definir la vida parece ideal.
No existe una definición científica de lo que es la vida
Además, podría pasar que hubiera muchas formas de vida que simplemente no tengan nada en común. Para la NASA, la definición que asumen es que la vida es un sistema químico autosostenido capaz de experimentar evolución darwiniana. Sin embargo, ni siquiera a la NASA le satisface esta definición, ya que no la aplican. En su lugar, su eslogan al respecto de este asunto es ‘sigue el agua’. En resumen, no tenemos respuesta a la pregunta ¿qué es la vida?, ya que algunas definiciones son excesivamente restrictivas y provocarían falsos negativos, y otras serían demasiado abstractas y darían falsos positivos.
Para buscar vida extraterrestre se buscan las condiciones necesarias para que exista vida, desde una perspectiva lo más general posible
Por tanto, vamos a intentar delimitar cuáles son las condiciones necesarias para la vida y ver qué tipos de vida podemos esperar. En primer lugar, sabemos que la vida, sea o no como la conocemos en la Tierra, necesita unas condiciones caóticas, lejos del equilibrio térmico. Es decir, necesita una fuente de energía. En la Tierra, esa energía proviene de la luz del Sol y la energía química. Pero hay organismos en las fumarolas submarinas que obtienen su energía de procesos de oxidación-reducción. Otro tipo de vida podría obtener su energía de gradientes de presión atmosférica o de la energía cinética.
Por otro lado, el desarrollo de la vida en la Tierra se ha hecho mediante selección natural, que necesita que haya individuos independientes con características independientes, pero también se necesita que esos organismos sean capaces de interactuar con el medio. Por tanto, necesitamos la aparición de células separadas por membranas celulares. Sabemos que esto es posible con la química del carbono, pero, ¿hay otros elementos con los que también pueda surgir? Tendría que ser abundante en el Universo capaz de formar como mínimo tres enlaces covalentes. Eso nos deja bien el nitrógeno o bien el silicio.
También es necesario un disolvente o medio líquido. En un medio gaseoso, el encuentro de las moléculas se limitaría a los elementos más volátiles y es más difícil mantenerlos juntos. En un medio sólido, la difusión es lentísima. Así pues, necesitamos un elemento que se encuentre en estado líquido en un rango amplio de temperatura. Además del agua, también tenemos el amoniaco, el metano y el etano. El primero tiene el inconveniente de que disuelve muchos compuestos necesarios para la vida. Los otros dos son muy buenos candidatos, aunque el agua parece ser el mejor.
La aparición de vida necesita un emplazamiento caótico con aporte de energía, elementos químicos capaces de formar membranas semipermeantes y un medio líquido
Bien, entonces necesitamos ambientes fuera del equilibrio térmico, donde haya un medio líquido como agua, metano o etano, con los elementos necesarios para la vida, entre ellos carbono, nitrógeno o silicio en grandes cantidades. También necesitamos que haya un aporte de energía. Con todo esto podemos sacar una conclusión: la vida no fue posible en los primero sistemas planetarios, sino que hubieron de pasar algunas generaciones de estrellas que pudieran producir estos elementos pesados en abundancia. Aproximadamente unos 2000 millones de años tras el Big Bang.
Ahora que sabemos qué tenemos que buscar, debemos preguntarnos dónde buscar. Primero tenemos que buscar una confortabilidad galáctica. La vida necesita los elementos pesados, que son más abundantes cerca del centro. Pero ahí ocurren demasiadas catástrofes y radiaciones de altas energías como para que la vida pueda florecer. Lo mismo ocurre en los brazos espirales, donde la tasa de formación estelar es muy alta. Por tanto, la zona óptima para la aparición de la vida en las galaxias es a una distancia media, lo suficientemente llena de elementos pesados y lo suficientemente lejos de los cataclismos que los fabrican. Las galaxias elípticas, al ser más viejas, tienen más elementos pesados y menos supernovas, así que son más afables para la vida que el resto de tipos de galaxias.
En las estrellas que habitan esta zona de confortabilidad galáctica, tenemos que encontrar la zona de habitabilidad para cada una. Esta zona es un anillo lo suficientemente cerca de la estrella como para recibir la energía necesaria, pero no tan cerca como para sufrir los fuertes vientos que soplen sus atmósferas o acoplamientos de marea. Aquí no podemos generalizar tanto ya que, según el tipo de estrella, esta zona estará a mayor o menor distancia. Y también según el tipo de planeta. Si éste tiene una atmósfera capaz de generar un gran efecto invernadero, podrá encontrarse más lejos de la estrella porque conservará mejor el calor. Las mejores estrellas para albergar planetas con vida son las pequeñas, ya que son estrellas tranquilas y de largas vidas.
También podemos tener planetas en sistemas estelares múltiples, pero la zona de habitabilidad en estos casos se complica y hay que estudiar caso por caso. Además, los planetas más favorables para la vida son aquellos con atmósfera, terrestres con algún medio líquido, con la suficiente masa como para tener una órbita estable y un campo magnético.
Hay más posibilidades de encontrar las condiciones necesarias para la vida en la zona de habitabilidad de las estrellas que se encuentra en la zona de confortabilidad galáctica en galaxias posteriores a unos 200 millones de años tras el Big Bang
Bien, ya sabemos qué buscar y dónde buscar. La siguiente pregunta es cómo buscar. La detección de exoplanetas es algo bastante habitual hoy en día, y se hace mediante diversos métodos, como el tránsito por delante de su estrella. De la luz que reflejan de ellas podemos obtener información, como los compuestos químicos y la morfología del planeta, pero no deja de ser demasiado aventurado, por no decir imposible, discernir si existe o no vida en estos mundos lejanos. Al menos por ahora.
Jugando con la idea de la existencia de vida extraterrestre inteligente, ha surgido toda una disciplina científica llamada SETI, por las siglas en ingles de ‘búsqueda de inteligencia extraterrestre’. En este marco, se han hecho numerosos experimentos y observaciones intentando encontrar alguna señal producida por estos seres. Todo ello en vano, lo cual, si nos atenemos a la gran cantidad de lugares propicios para la vida en el Universo, no deja de ser sorprendente. Podemos pensar que si existe vida y ésta fuera inteligente, sin duda habría podido prosperar mejor. Aunque El Progreso también facilita las herramientas para la autodestrucción. O puede que simplemente no quieran comunicarse. O puede que estemos solos en el Universo.
En SETI se define el marco de búsqueda de señales de otras civilizaciones. Se cree que han de ser señales breves, en repetición, y en las frecuencias llamadas ‘agujero del agua’, en las microondas entre los 18 y 21cm. ¿Por qué? Pues porque es la ventana donde tiene lugar una radiación muy particular del átomo de hidrógeno que cualquier observador del Universo con la tecnología suficiente habría percibido, además de ser una franja muy poco afectada por el ruido cósmico.
SETI es la rama científica que trata de encontrar vida inteligente extraterrestre y ponernos en contacto con ella
Dentro de SETI, hay dos modos de posible comunicación: CETI si son los extraterrestres quienes se ponen en contacto con nosotros; o METÍ, si somos nosotros quienes establecemos contacto. En el segundo método entran eventos como los discos de las Pioneer y las Voyager. Además, ha habido otros intentos, como un proyecto privado llamado Lone Sígnal, que permite mandar mensajes cortos codificados en pulsos de luz hacia la enana roja Gliese 426, donde, por cierto, no hay ningún planeta detectado.
Son mensajes en una botella que indican que el ser humano, como especie, ansía compañía. Incluso se han creado algunos lenguajes universales basados en matemáticas y leyes lógicas: Lincos, Astraglossa, CosmicOS.
Ya sabemos qué buscar, dónde buscar, cómo buscar… La última pregunta os la dejo a vosotros: ¿debemos buscar?
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